Basándome en el artículo de dicho título publicado en el Levante - El Mercantil Valenciano, cuyo autor fue Alberto Monrabal, realizaré un comentario sobre la postura del líder en la empresa.
Todas las personas tenemos diferentes características: físicas y, psíquicas o de personalidad. Pero en este artículo, no me refiero a las físicas, sino aquellas que nos diferencian del resto de personas. Éstas pueden mejorarnos o pueden llegar a ser defectos.
Estos defectos deben ser lo menos apreciables posible. Debemos enmascararlos, pero siempre sin cambiar nuestra forma de ser y actuar.
Sin embargo, en un líder, estos defectos se agraban notablemente. Éste debe saber controlar sus impulsos y ser razonable y objetivo con los hechos y la toma de decisones. Para ello, la mayoría de veces debe apoyarse en su equipo, de modo que debe cuidarlo y estar pendiente de todas las necesidades de los subordinados. Así se consigue mayor eficacia en el trabajo y se potencian las relaciones interpersonales.
El líder debe ser ejemplo de las actuaciones del resto de trabajadores, con lo que la primera intención será superar los comportamientos exagerados y erróneos que pueda llegar a tener. Así, el funcionamiento del departamento podrá ser el óptimo.
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